RADIOGRAFÍA EMOCIONAL

Quiero contarles un experimento, casero, que me atreví a realizar después de releer “Filosofía antigua para la vida moderna” de John Sellars.

En uno de sus capítulos titulado “El problema de las emociones” subrayé un pensamiento de Epicteto: Recuerda: …Si alguien consigue provocarte, date cuenta de que tu mente es cómplice de la provocación. Y al leerlo me recordó la lamentable escena en los estudios de la cadena SER, en plena campaña de la Comunidad de Madrid, de cinco líderes políticos y una moderadora.

Busqué el vídeo de aquella escena tantas veces emitido en tantos sitios, y me permití montar mi propio laboratorio emocional con seis participantes, eso si, sin su consentimiento y probablemente con escaso rigor científico, para analizar qué emociones eran las que se paseaban aquel día por la SER.

Repasé la doble función de los comportamientos emocionales:

-La de expresión: reflejar lo que en realidad estamos sintiendo, principalmente a través de gestos.

-Y la de afrontamiento: cómo nos comportamos con lo que estamos sintiendo.

Había que sumar otra variable importante a estas dos, la de regulación emocional: esa capacidad que tenemos de influir sobre qué emociones queremos tener, cuándo y cómo las queremos expresar. Razón por la que somos capaces de disimular el miedo, controlar la ira o provocar la desesperación siempre que sea lo que realmente deseamos.

Además, tenía que añadir lo que Epicteto me señaló en su “recuerda”: la experiencia subjetiva, la construcción mental y personal que elaboramos con la experiencia que estamos viviendo, cómo la percibo y cómo la evalúo. Quiero decir con esto que alguien puede estar inmerso en una situación aparentemente dolorosa, y sin embargo evaluara y sentirla como amena, confortable o lúdica.

Reflexionando caí en dos curiosidades que ocurrían en mi experimento. La primera es que había un amplio consenso en aceptar que existen cuatro emociones básicas: el miedo, la ira, la alegría y la tristeza; pero algunos autores, no sin polémicas al respecto, incorporaron una quinta, el asco, y hasta una sexta, la sorpresa. Como en mi laboratorio, también eran seis el número de sujetos y ¡qué casualidad! también había cierta polémica sobre si se quedaban o no en el debate.

Revisé cuidadosamente las emociones secundarias generadas a partir de las básicas. Repasé unas cuantas de las muchas que hay. La decepción, que surge de combinar la sorpresa y la tristeza. El orgullo, de unir la alegría con la ira. La culpa, que nace de la asociación de la alegría con el miedo. La desesperación, cuyos componentes son miedo y tristeza, la alarma, que une miedo más sorpresa. O el desprecio, fruto de mezclar el asco con la ira.

Elegí un método para evaluar a mis participantes. Opté por uno simple de solo dos variables, situadas en un continuo y que se combinaran entre ambas. La primera: la valencia o temperatura emocional, es decir cuánto placer o displacer produce. Y la segunda: su intensidad, esto es, cuánta activación o desactivación corporal provoca, cuánta tensión/excitación se muestra. (Russell 2003)

Vi muchas veces, con voz y sin voz, el vídeo de aquel encuentro. Y observé y anoté cuidadosamente todas las expresiones y conductas que aparecían. Empecé por la moderadora, ¿qué emociones se habían apoderado de ella?

Sus ojos estaban muy abiertos, apenas parpadeaba (sorpresa), cerraba fuerte el índice y pulgar para señalar y sus dedos se mostraban separados y tensionados, manos en rezo (miedo), apretaba el bolígrafo (miedo), se presionó el pecho con la mano (miedo), levantaba las cejas, (sorpresa), mirada huidiza hacia abajo (miedo), respiraba de forma acelerada cogiendo aire por la boca (miedo), uso de palabras de signo negativo (“no”), huida del atril (miedo), labios cerrados (miedo) comisuras rígidas, sin sonrisa … Intuí, (aunque sería imprescindible que la Sra Barceló lo confirmara) que su nivel de activación era alto y su temperatura emocional parecía cercana al displacer. Así que combinando su valencia, activación y emociones básicas mostradas inferí las secundarias: se encontraba entre la desesperación y la decepción. La desesperación está estrechamente vinculada con la percepción subjetiva de un mal irreparable o la impotencia de no alcanzar el propio éxito, y la decepción con la insatisfacción percibida de no alcanzar las expectativas propias.

Les propongo que observen, como yo, uno a uno al resto de mis participantes… Voces moduladas (placer), movimientos congelados (tensión), tics acariciando el bolígrafo (tensión), sonrisas burlonas y divertidas (placer), entrecejos fruncidos (tensión), respiraciones bien secuenciadas (placer), palmas hacia arriba (placer), apoyos relajados en la mesa (placer), torsos avanzados (tensión), manos tapando la boca (tensión), manos ocultas (tensión)… y poco a poco califiquen qué emociones van apareciendo. Yo me sorprendí de los resultados que obtenía.

Dejo encima de la mesa algo que he imaginado me podría decir Epicteto viendo juntos el vídeo:

– ¿No pondrás tu paz interior en manos de ninguno de estos actores, o parecidos?

Nota: las imágenes son capturas de pantalla del vídeo en abierto de youtube.

PRÓXIMA PUBLICACIÓN 7 DE JULIO


2 respuestas a “RADIOGRAFÍA EMOCIONAL

  1. Sabroso «estudió», Mila. Magnífica perspectiva de este circo que llamamos » Política». Sabemos que es todo un arte esto de la política, igual que sabemos que es una mier**…. Pero tal y como tú nos lo enseñas nos hsce reflexionar… ¿En manos de quienes dejamos nuestro futuro? (Y nuestro presente). Parece que la vida fuese una broma… En contra tenemos nuestra ilusión, nuestros deseos, nuestras capacidades, nuestro futuro…
    Gracias, Mila por esta «parada» para pensar…

    1. Gracias Jesús, tengo la sensación de que nos dejamos arrastrar con demasiada facilidad por el teatro de los discursos y poco por el pensamiento crítico. Con nuestros compañeros esperando en las escaleras a que empezara el funeral del otro Jesús, me di cuenta de cómo estamos abandonando la reflexión y la crítica sobre los nuestros , lo que provocó este artículo.
      Gracias de nuevo por leer el blog, y por tu comentario. Un abrazo fuerte

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